El siglo XXI en este primer cuarto de siglo está siendo escenario de nuevos hitos que, a una velocidad vertiginosa está cambiando los parámetros con que se entiende la vida, los mercados, la política, la educación…
Cuanto más cortos están siendo son los plazos de caducidad (desde un simple programa informático hasta el liderazgo político, pasando por los cambios sociales) más urge una perspectiva estratégica, una mayor predisposición a salir a la luz de la transparencia. Y cuanto más individualista está mostrándose esta sociedad, más urge el compromiso ético individual y la responsabilidad social.
Dar la espalda a estos nuevos discursos supone sentirse desubicado en un escenario donde las anteriores referencias no nos sirven para nada. Necesitamos consensuar este discurso, porque necesitamos interiorizar un nuevo estilo cultural para sobrevivir ante tanta incertidumbre.